Nunca quise
que llegara el primer día de curso en el preuniversitario y en la Universidad,
a pesar de que me gustaba mucho la escuela. Ese era el momento en que comenzarían
aquellos interrogatorios insoportables: ¿Cómo te llamas? ¿Dónde trabajan tus
padres? ¿Tienes novio? Y la pregunta que se las traía: ¿Dónde vives?
A
veces no respondí o sencillamente cambié el tema. Pero siempre estuvieron los
curiosos que, de una u otra forma, se las ingeniaban para averiguar mi
paradero. “Soy de Las Ovas”, decía finalmente. -¿De las qué…? -¿Y dónde queda
eso? -¿Acaso tu pueblo está en el mapa?
Era un
“chucho” constante: -¿Cómo le dicen a ustedes? ¿Óvulos u ovarios?, se burlaban
unos. -¡Pero allí todo tiene el mismo nombre! Cafetería “La Ovas”, cine “La
Ovas”, peluquería “La Ovas”, bodega “La Ovas”, agregaban otros. - ¡Ah, y hay
una sola carretera!, y así sucesivamente.
Santa
Juana de las Ovas, o Las Ovas, como la nombran sus seis mil 130 habitantes, es
una comunidad de 76, 2 kilómetros cuadrados y pertenece al municipio Pinar del
Río, en la más occidental de las provincias cubanas, precisó Omar Ajete,
presidente del Consejo Popular. Limita al norte con La Conchita, al sur con
Briones Montoto, al este con Puerta de Golpe y al oeste con el reparto Hermanos
Cruz.
Según
investigaciones realizadas por Mayda Hernández, ex directora de la Casa de Cultura
“Benigno Redonet” de la zona vueltabajera, y Carmen Lluch, periodista de Radio
Guamá, Las Ovas debe su nombre a la hacienda “Santa Juana de Las Ovas”,
enclavada en el terreno que actualmente ocupa el poblado, perteneciente, hacia
1830, a Don Francisco Hidalgo Gato. Fue nombrada así debido a las plantas oriundas
de la zona, abundantes en lagunas y embalses.
En un
artículo publicado por Carmen Lluch en la revista digital cubana Ecured, revela
que Las Ovas ya existía desde antes del siglo XVII, pues fue mercedada el 7 de marzo de 1519, con el nombre de Santa
Juana de Las Ovas, a Doña Encarnación Téllez. En 1719 integró uno de
los 26 barrios del Partido de San Rosendo, en Pinar del Río. Alrededor de 1930 conformaría, incluso, dos asentamientos poblacionales debido a su crecimiento,
los cuales tendrían tres mil 38 y mil 135 habitantes en 1940, respectivamente.
No
obstante, muchos de los ovenses aún desconocen esa parte de la historia. María
Elena Amaya, a pesar de vivir allí durante más de cinco décadas, es una de
ellas: “¿De Ovas? No sé mucho. En la escuela no me enseñaron nada y a mis hijos
creo que tampoco. Me gustaría aprender, por supuesto.”
Armando el rompecabezas
A
pesar del desconocimiento de los pueblerinos, las investigaciones realizadas
develaron que varios vecinos de Las Ovas se vincularon al núcleo insurreccional
de Pinar del Río, incluso antes de constituirse el Club del Parido Revolucionario Cubano (PRC) y estuvieron
en contacto con la Dirección Nacional del PRC. Su Delegado en Cuba era Juan
Gualberto Gómez, quien visitó el caserío en abril de 1890 mientras
desarrollaba actividades conspirativas.
Ello
posibilitó la recepción de armas en la localidad para la Guerra Necesaria. El
viñalero Nemesio Azcuy, fue el enlace entre la dirección nacional del
movimiento insurreccional, las recibió en La Habana y, posteriormente, las envió
por ferrocarril, en abril de 1894, cuando el tren solo llegaba hasta Las
Ovas. Alfredo Porta las recogió una vez llegado el Expreso Pulgarón a la
estación. Posteriormente, el campesino Andrés Labrador y Eduardo Bernal, un
emisario de Porta, enterraron las cajas en las cercanías del arroyo Covarrubias
hasta el inicio de la contienda.
Once
meses después de comenzada la Guerra de 1895, el 24 de enero de 1896, Las Ovas
exhibió en ella a su primer mambí: Román Escobar Vento, un analfabeto que a los
38 años dejó a un lado a su esposa y a los cuatro hijos para sumarse a la
campaña comandada por Antonio Maceo en Occidente. El 4 de octubre del mismo
año, murió combatiendo en la batalla de Ceja del Negro, en Viñales. “El pobre,
se fue a luchar porque era la única forma de ganar dinero, y lo mataron enseguida.
Eso lo sabe muy poca gente”, aseguró Mayda Hernández.
El 12
de septiembre de 1898, los generales, Faustino Guerra y Julián Betancourt, al
frente de cuatro mil hombres atacaron, en Las Ovas, un tren militar procedente
de La Habana: “La guerra se hizo sentir
en la zona con tanta fuerza que el primitivo caserío de Las Ovas fue destruido
y sus pobladores quedaron desamparados.
Quienes lograron sobrevivir al desastre iniciaron la reconstrucción del pueblo
en 1899”, reflejó Carmen Lluch.
Sus
primeros pobladores fueron las familias de Salvador Prats, José Bravo, Antonio Almiral, Luis Cubiñat, Agustín Pérez y
de Fernando Bencomo. “Yo soy de los Bencomo que construyeron el pueblo. Ahora
no te puedo decir con seguridad si Fernando era pariente cercano mío, porque
imagínate, con la edad que tengo mi memoria no está muy buena. Pero todos los
Bencomo de aquí somos familia”, aseguró Nereida Bencomo, nacida en Las Ovas hace
84 años.
Obras de la familia Almirall
Los
hacendados de la zona necesitaban intercambiar mercancías para el buen
desarrollo de los negocios. El deterioro de los camino impedía continuar haciéndolo
con los medios de transporte existentes. Es así que el 16 de julio de 1893
llegó a Las Ovas el ferrocarril, utilizado, inicialmente, para trasladar el tabaco.
La
familia Almirall, una de las más pudientes de la región, cedió un tramo de su
finca para construir la vía férrea. A cambio de ello, cuando su hijo tuvo la
edad requerida para trabajar, obtuvo un puesto laboral en la estación central
de Pinar del Río.
A este
importante avance, se le atribuye también el nacimiento del árbol Trampa de
mono. No abunda en Cuba y los estudios realizados suponen que, por su
antigüedad, se coló una semilla entre la madera utilizada para construir el
primer ferrocarril en ese pueblo. Actualmente, crece a la orilla de la línea
ferroviaria.
“Nuez
de mono -como también se conoce la planta- debe su nombre a la forma de la
fruta, muy parecida a una vasija de comer. Sus semillas tienen un sabor dulce y
un olor capaz de atraer a los animales. Cuando Carmen y yo realizamos la
investigación, hablamos con varias personas que vieron florecer el árbol por
última vez. Hace mucho tiempo eso no sucede.
Es una mata muy vieja, rebasa los 120 años. El nombre no sé de dónde viene”,
reveló Mayda.
“No entiendo cómo dicen eso de los monos, si
en Ovas no abunda el animal. Una vez vino un circo y se escapó uno. Pero sería demasiada
casualidad si hubiese ido a parar allí. ¡Dime tú! Mira, es la única explicación
que yo le encuentro”, comentó Martha Pérez, natural del poblado pinareño.
“Lo de
Trampa de mono no sé por qué es. Yo lo conozco por Cazuela de mono. Es del
linaje de los Lecythidáceas, original de África. Abunda en América Central y
Sudamérica. Según tengo entendido, en Cuba solo hay dos ejemplares, el de aquí
y otro en Cienfuegos”, explicó Luis Enrique Polo, quien atiende el Patio de
Excelencia Nacional de Las Ovas.
Por
otra parte, la llegada del transporte al poblado también guarda relación con la
familia Almirall. Aunque no se conoce con exactitud el año en que fue
construida la vía, se sabe que fue obra de un ingeniero conocido por su
apellido, Almirall.
“Yo
creo que fue en 1948, o más o menos por esos años, sí te aseguro que se hizo
entre 1945 y 1950. Todavía me acuerdo, fue hecha a pico y pala, con piedras de
rajón picadas a mano y traídas desde unas canteras situadas en la carretera de
Viñales. Primero se cimentó la parte del entronque, y finalmente se terminó el
otro pedazo restante”, señaló José Enrique Paíno, ovense de 77 años.
“Antes,
lo que había era un terraplén, y ahora tiene tres metros de ancho más o menos. Durante
el gobierno de Grau San Martín, en 1948, vino un ingeniero de La Habana,
pariente de los Almirall que vivían aquí y realizó la obra. Después que la
enrajonaron le echaron la macada”, aseguró Alejo Vento, miembro de la célula
del movimiento 26 de Julio que operaba en Ovas.
¿Parranderos? ¡Hasta los católicos!
Cuando
en Las Ovas aún no existía la Iglesia Católica, se efectuaban celebraciones de
carácter religioso. Entre ellas, las procesiones realizadas a San Rosendo, a
San Guillermo o a la Virgen de la Caridad del Cobre, por la terminación de la
zafra tabacalera, los días 10, 11 y 12 de febrero. Amable Carballo, quien
gozaba de una buena posición económica, era el principal protagonista.
Amable
contrataba orquestas como la de Barbarito Diez y la de Paulina Álvarez, además
de pagarle a un hombre que venía con un parque de diversiones móvil, y
trabajaba luego de los días festivos. Todo ello aumentaba el capital de
Carballo.
“Alrededor
de las ocho de la noche del 10 de febrero salía de la casa de Amable el desfile
por todo el pueblo. Teresa Hernández, la esposa, llevaba al santo en sus manos.
Llegábamos hasta Monte Alegre, donde se almacenaba el tabaco y participaba todo
el pueblo. Nosotros prendíamos una vela y entonábamos cantos religiosos. La
última procesión se realizó el 10 de febrero de 1960, y yo no pude participar
porque el mismo día di a luz a mi hijo en La Habana”, explicó Silvia Ortusa, de
vocación religiosa.
Luego
de la existencia de la Iglesia, esas fiestas perdieron poco a poco la
aceptación popular, pues ya los ovareños tenían una patrona que los representaba.
“Fue inaugurada el 14 de diciembre de 1952. Mi
abuelo, Manuel Sánchez, el hombre más rico de la zona, dio parte de sus tierras
para construirla. En el lugar seleccionado había una mata de aguacate, y cuando
la sacaron quedó allí un hueco, donde los devotos depositaron una piedra de
forma simbólica”, cuenta Manolo Sánchez, mientras las lágrimas delatan su nostalgia.
“Para
recaudar fondos, se rifó un carro y cada boleto costaba cinco pesos. El sorteo
tuvieron que realizarlo tres veces porque nadie se llevaba el premio, hasta
que, finalmente, Jesús Requena se lo ganó. Mi abuelo invirtió mucho dinero,
además de donar el terreno, el camión para transportar los materiales y el
cemento. Para la inauguración vino un cura de Pinar del Río. Ese día se
hicieron verbenas y allí no cabía la multitud. Imagínate, ¡tremendo
acontecimiento!
“Vino
gente de los asentamientos cercanos. Todo terminó con una procesión por el pueblo. Había niños
vestidos de angelitos tirándole pétalos de rosas a la patrona, trasladada en un
altar. A partir de ese día, y hasta 1960, se celebraron todos los 8 de
diciembre la fiesta de La Patrona de Las
Ovas: La Inmaculada Concepción. Nuestro pueblo era muy católico, aunque
poco a poco eso se fue perdiendo”, concluyó Manolo.
En la
oralidad de los ovenses se transmite que Maximina Blanco se encomendó a San
Juan Bosco, el santo de los niños, debido a la enfermedad de uno de sus
sobrinos. Para ello, solicitó la autorización de la Iglesia y todos los 31 de
enero (de 1957 a 1961), organizaba una celebración. Vestía de ángeles a varias
niñas ricas, entre los seis y los ocho años, y las paseaba por el pueblo en una
carroza. Después de la ceremonia, se repartían dulces, cake y refrescos en el
patio de la iglesia. “Todavía en la Iglesia se conserva una estatua de San Juan
Bosco donada por Maximina, como parte de su promesa”, aseguró Mayda Hernández.
Gladis
Álvarez, vive en Ovas desde los 21 años y recuerda las fiestas realizadas en el
casino: “Allí podían ir solo los blancos y tocaron algunas de las mejores
orquestas del país. Estaba adornado con vitrales, tenía una barbacoa donde se
probaba suerte con los juegos al azar, y en la planta baja un gran salón de
baile. El lugar se convirtió en el establecimiento nocturno más importante del
pueblo”.
Cecilia
Pérez, su hija, se sumó a la conversación: “También estaban las enramadas, celebraciones
efectuadas en los barrios, donde ponían mallas para separar a los negros de los
blancos. Estas terminaban como la fiesta del guata´o”.
¿Quién le pone el cascabel a Batista?
El
Bloque Revolucionario de Ovas (BRO) surgió como organización a fines de 1956,
cuando el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) designó como coordinador a Buenaventura
Zamora, más conocido por Tury.
Los
primeros integrantes de la célula fueron Rafael Martínez, Urbicio Reinoso, Leonardo
Sánchez, Arcadio Hernández y Alejo Vento. Posteriormente, se sumaron otros como
Tomás y Manolo Arencibia, Pedro Hernández, Elio Zamora, Juan Acosta, Valeriano
Cué, Eusebio González y Rafael
Méndez, hasta integrar, a mediados de
1957, los 15 que finalmente constituyeron el BRO. Rosalina Rodríguez, la única
mujer de la célula, a sus 72 años, aún recuerda las actividades realizadas en
la comunidad para contrarrestar al gobierno de Batista.
“Nosotros
vendíamos bonos del 26 de Julio, quemábamos casas de tabaco, hacíamos
sabotajes, propagandas, huelgas estudiantiles. Tirábamos cadenas en los postes
de la luz para tumbar la corriente en el cuartel, trasladábamos personal perseguido por Batista
para La Habana y Pinar, así como armas y explosivos para las zonas montañosas,
confeccionábamos banderas, y hasta llegamos a dar clases de tiro a unos cuantos.
“Recuerdo
que una noche muy oscura, yo pegué una enseña de nuestro movimiento en el carro
del jefe de la Guardia Rural, y él se fue para el Estado Mayor sin darse
cuenta. Al regresar, a varios de mis compañeros los golpearon salvajemente
porque querían saber quien había sido”.
Alejo
Vento fue uno de los golpeados ese día. “¡Muchacha, por poco me matan! Yo
aguanté mucho golpe, me dieron bicho e' buey hasta por gusto, pero ninguno de nosotros habló
una palabra.”
- ¿Y tuvieron miedo de que los cogieran?
¡Qué
va! Quien se arratonaba estaba embarca'o. Nunca voy a olvidar cuando Valeriano Cué, Tango, se subió en una palma real frente
al cuartel y puso allí una bandera del 26 de Julio. ¡Nadie tenía miedo!
El
21 de enero de 1958, a casi todos los integrantes del BRO los detuvieron y
torturaron en el cuartel de la Guardia Rural de Ovas. Después, fueron
trasladados al regimiento de Pinar del Río y, finalmente, hasta Guanajay. Los
expulsaron de la provincia, amenazados de muerte si regresaban. Alejo no olvida
lo sucedido aquel día.
“Cuando
en Guanajay me entregaron a un soldado de la guardia rural que le decían
Pantoja, me dijo: ‘Suerte que tengo una cita con una mujer hoy, si no, tú ibas
a saber lo que es bueno’. De ahí me fui para La Habana en busca de un tío, y me
quedé por allá hasta que triunfó la Revolución, después regresé a Ovas”,
añadió.
Rosalina
se siente dichosa de no haber sufrido tales maltratos. “Por suerte, nunca me
cogieron, pero a los demás, sí. Manolo Arencibia cuando gritaba: ‘¡Me cago en
la madre de Batista!’ al pobre lo azocaban, y seguía diciendo lo mismo. ¡Y a
Tury lo que le hicieron no tiene nombre! Lo obligaron a tragarse una bandera
del 26 de Julio.”
Orestes
Pérez, esposo de Gladis Álvarez, aunque no pertenecía al Movimiento 26 de Julio
porque no tenía un carnet que lo distinguiera como miembro de la organización, también
contribuía con la lucha clandestina. “Él era chofer de una guagua y hacía sus
cosas. Repartía banderas, participaba en algunas reuniones, transportaba armas,
etcétera. Yo tenía tremendo miedo pero, a pesar de eso, los domingos nos íbamos
para la casa de Roselia Sánchez a escuchar la emisora Radio Rebelde que se
transmitía desde la Sierra Maestra”, puntualizó.
Pero
los miembros del M-26-7 no eran los únicos que se oponían a la dictadura
batistiana en Las Ovas. La junta Acción Católica del pueblo, fundada en 1955 y
presidida por Benigno Redonet, también
se reunía para protestar contra las injusticias. Esos jóvenes erigieron una
tarja en memoria de nuestro Héroe Nacional, José Martí, como símbolo de
protesta contra el gobierno, el 20 de mayo de 1956, con el precepto martiano
“Una juventud sin ideales es la ruina de la patria”. Por ese motivo, algunos
fueron apresados y liberados posteriormente, debido a la influencia de la familia
de uno de ellos.
A, e, i, o, u. Suma y divide. La cuenta no da…
En
Ovas no había médicos, vivían en la ciudad. Algunos hacían una iguala (pagaban
un dinero al año) y el médico estaba en la obligación de ir a atenderlos a su
casa cuando se enfermara algún familiar. Jesús Andrés Pérez, ovense de
nacimiento, da fe de ello.
“Mi
abuelo tenía una iguala. Pero había quienes no contaban con esa posibilidad y
dependían de la Casa de Socorro, que también estaba en Pinar del Río, y allí
eran malamente atendidos. Los ricos, alrededor de cinco o seis familias en el
pueblo, estaban asociados a la Colonia Española, clínica particular donde
recibían las mejores atenciones”.
El
dentista iba una vez por semana. Las familias pobres no podían costear los
precios de la atención estomatológica. Los medicamentos se vendían en dos
farmacias particulares, pero la medicina verde era la cura para las
enfermedades de los más necesitados.
También
había una escuela primaria para niños pobres donde se estudiaba de primero a
sexto grados. No tenían que pagarla, pero sí llevar el asiento, o de lo
contrario, debían acomodarse en el suelo. Era una sesión de clases. Trabajaban
tres maestras: Lolita Requena, Gladis Noa y Emilia Genó. Martha Pérez fue una
de las niñas que cursó estudios allí.
“Yo
comencé la escuela en 1954, tenía seis años. Imagínate, que mi maestra de
cuarto, Lolita, también lo fue de mi mamá. Recuerdo a mi hermano Chuchi, en su
primer día de clases iba impecable, con el uniforme limpiecito. Él usaba
pantalón azul, camisa blanca y corbata roja. Y cuando llegó a casa al mediodía,
estaba negro del churre, porque se sentó en el suelo. Mi papá solo ganaba cinco
pesos al mes y no pudo comprarle una banquetica”.
Manolo
Sánchez también aprendió allí: “Era de madera y los baños estaban afuera. Las
hembras y los varones, separados, y muchos niños iban descalzos. Daban de
merienda una timba de queque con guayaba. Estuve hasta el sexto grado, pero no
me gustaba estudiar. Después me pusieron en una escuela de curas hasta que mi
abuelo me preguntó si prefería trabajar en el campo. No vacilé. Lo mío era la
tierra, el tabaco y rápidamente cambié el lápiz por la guataca”.
En
1962, se construyó la escuela primaria “Pepe Chepe” en el poblado pinareño. Gabriel
Pérez fue uno de los niños que disfrutó de un nuevo centro de estudios: “Yo
inauguré el primer preescolar de Ovas. Todo el mobiliario era moderno. Había,
además, seis aulas. El constructor fue Luis Chepe, el hermano del mártir”.
Cecilia
también vivió la experiencia: “El día de la apertura aquello fue tremendo. La
otra escuelita se estaba cayendo. Allí estuve hasta el quinto grado, con la
maestra Emilia Genó, quien, a pesar de ser muy buena educadora, ¡cómo metía
leña, carajo! En Pepe Chepe pasé el
sexto. Fue un cambio muy brusco. Por primera vez en mi aula había varones. Después,
poco a poco, fueron ampliándola hasta convertirla en lo que es hoy, un
seminternado con capacidad para más de 400 alumnos” aseguró Cecilia.
- ¿Cómo recibieron el triunfo del Primero de Enero?
“¡Alabao!
Nosotros lo supimos por los gritos de Lulo (Lourdes Martínez) que se enteró por
la radio de Lucho (Félix Sánchez). Él salió gritando: ¡Se cayó Batista!
¡Triunfó la Revolución! Mi mamá corrió a decirle que se callara, que lo iban a
coger preso. Cuando confirmamos la noticia, la gente salió gritando para la
carretera. Había mucha alegría. ¡Aquello fue lo más grande!”, expresó Martha.
Rápidamente,
el pueblo se puso en función de erradicar los males existentes. El 28 de
septiembre de 1960, Fidel proclamó el surgimiento de los Comités de Defensa de
la Revolución (CDR) con el fin de fortalecer la vigilancia. Un año después, el
25 de septiembre, quedó constituido el
primer CDR en Las Ovas “Lázaro Acosta Paulín”. Su presidente fue Félix Sánchez
Rodríguez (Lucho) y estaba integrado por 29 cederistas, de ellos 11 mujeres y
18 hombres.
“Comenzamos
a organizarnos desde mucho antes, pero el CDR fue institucionalizado en esa
fecha. Teníamos que fortalecer la vigilancia, porque desde que estallaron las
bombas, hubo un auge de la contrarrevolución y nosotros éramos los responsables
de frenarlo. En el pueblo, inicialmente, se crearon tres comités. Pero el mío
fue el primero en funcionar oficialmente. Nos reuníamos, hacíamos trabajos
voluntarios, guardia. Los miembros del CDR eran intachables”, explicó Lucho.
La burocracia y la madre de los tomates
¿Por
qué en Ovas ya no hay fiestas populares? Según el presidente del Consejo
Popular, Omar Ajete, “porque no existe un día específico en la historia en el
cual haya ocurrido algo relevante. Pese a nuestras tradiciones, si no tenemos
esa fecha, no nos autorizan los festejos”, aseguró.
Sin
embargo, Mayda Hernández no coincide con eso. “¿Cómo es posible que ante tanta
historia haga falta una fecha específica para darle al pueblo estas
actividades? Si en Cuba se celebran las Parrandas
de Remedios y las Romerías de Mayo,
por qué aquí no pudieran efectuarse las Procesiones
de Ovas. Yo una vez consulté una revista española en la cual se hablaba de
esa tradición ovareña. Entonces, ¿por qué no podemos retomarla?”.
Marta
Pérez comentó al respecto: “Cuando en Ovas hay un acto político o un desfile,
la gente llena la calle. Por tanto, también merecen tener su día festivo. ¿Por
falta de una fecha? No. Escasean las iniciativas y las ganas de hacer cosas.
¡Eso sí!”.
Ahora que
conozco su historia, recorro con orgullo la única carretera de Las Ovas. Un
chaparrón me obliga a detener el paso. De momento recuerdo a García Márquez y
sus Cien años de soledad, aunque, a
diferencia de Macondo, mi pueblo ha subsistido por más de una centuria, de dos,
de tres… Durante 30 minutos de constante batallar, el viento apenas arrasó con
unos pocos árboles y acribilló el techo de algunas viviendas.
Pero de
algo sirvió el torbellino. En el parte meteorológico del sábado 14 de mayo, los
ovenses se regocijaron al escuchar, por fin, a su pueblo en el noticiero, cuando
se informaba que una tormenta local severa había azotado el poblado pinareño. Tal
vez, en diciembre de 2012, la profecía sea la única capaz de arrancar a la
pequeña comunidad del mapa, mientras tanto, cada quien cultive su jardín, en
vez de esperar que le traigan flores.
Recuadro
Título: Para
el final…el postre
“La
Ova es un lirio acuático
descubierto en 1825. Más conocida por su calificativo científico como
Nymphaea odorata, florece a ras del
agua y sus hojas flotan junto a la flor, sujeta al fondo. En Cuba existen
nueve especies y se encuentran en peligro de extinción por el calentamiento
global. Florece de día y se cierra en las noches. Pertenece a la familia de
las Nymphaeaceae y actualmente no se observan con frecuencia”, explicó Luis
Enrique Polo.
“Cuando
el mono intenta comer el fruto del árbol Trampa de mono se le pone el hocico
rancioso como sucede si probamos el marañón”, comentó Mayda.
La
Casa de Manuel Sánchez era una de las tres tiendas mixtas de Las Ovas. Además
de los kioscos, bares y una gasolinera. Todo era propiedad de los
terratenientes adinerados de la zona.
Las Ovas también tenía su “Pepito”
Ataracio Bencomo fue un personaje muy popular en el
pueblo. Era uno de esos hombres que sacaban provecho de sus propias
desgracias, y con sus “chistes” hacía reír a los ovenses. Algunas de sus
anécdotas aparecen a continuación.
La perra de Lolita
Estaba
Lolita Requena parada en el portal de su casa cuando llegó Ataracio. Ella le
comentó que su perrita estaba descompuesta y como único la había podido
controlar un poco fue echándole gasolina. De pronto, Ataracio ve venir a la
perra de Lolita pegada con otro perro.
Es entonces cuando le responde: pues mira que ya se le acabó la gasolina
porque la traen a remolque.
Crisis de Octubre
Durante
los difíciles días vividos cuando de la crisis de octubre, las milicias
revolucionarias se encargaron de organizar al pueblo para la defensa. Un día,
alrededor de las 11 de la noche, llegó la jefatura de la milicia a la casa de
Ataracio para movilizarlo. Él dijo que
no podía participar por no tener zapatos. El hijo, que escuchaba la
conversación desde el cuarto, rápidamente le comenta: “Papá, recuerda que tú
a veces usas los míos.” Y rápidamente Ataracio reacciona: “Escucha lo que
dice este hijo mío, quiere que los americanos me maten.”
El juicio en
Consolación
Se
forma una riña por unas posturas de tabaco y todos los participantes en ella
son llevados a juicio ante el tribunal de Consolación. Allí, el juez le hace
algunas preguntas a Ataracio, quien siempre respondía afirmativa o
negativamente: Sí, No, Sí, No, sin agregar comentario alguno. Entonces, el
juez, le pregunta: “¿Señor, solamente usted saber decir Sí y No?” Ataracio, inmediatamente, respondió: “Mire, juez, a mí
siempre me han dicho que aquí mientras menos hablara, era mejor.”
¡Qué lindo se ve!
No
sería hasta el 6 de mayo de 1979 que los ovenses disfrutarían de las
películas proyectadas en la pantalla grande. María Generosa Díaz,
administradora del cine de Ovas desde su inauguración, lo asegura.
“Estrenamos el cine con Elpidio Valdés, y después pusimos La telaraña de Karlota, esta última a la gente no le gustó. Tiene
capacidad para 182 personas. Estuvimos proyectando cintas de 35 milímetros
hasta julio de 2001, que no se produjeron más películas de esta dimensión y
comenzamos a dar tandas de video. El 29 de abril de 2008, cerró el cine por
la epidemia de los murciélagos y para repararlo. Cuando termine la
restauración, será utilizado para ofrecer al pueblo películas en formato DVD
y espectáculos culturales. Y seguirán los ovenses sin disfrutar de las
muestras y festivales de cine”, concluyó.
La flor de Ovas
La flor de Ovas es un evento comunitario que se ha convertido en una
tradición popular y se celebra todos los años. Inicialmente se llamó La estrella y sus luceros. En él,
varias muchachas desfilan en una pasarela y de ellas se seleccionan de tres a
cinco pétalos, en dependencia de la cantidad de concursantes, y una flor. Los
premios que reciben las ganadoras son financiados por las distintas entidades
de la comunidad.
“Esa
actividad la estábamos desarrollando a finales del mes de noviembre, por el
inicio de la zafra tabacalera y por la semana de la cultura en Pinar del Río,
pero no tiene una fecha fija”, explicó Mayda.
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