Armando Hart Dávalos se siente orgulloso de haber
dirigido, desde su función de Ministro de Educación, los planes educacionales
en los primeros años de la Revolución.
Custodiada por las efigies del Apóstol y del Libertador
Bolívar, y por las imágenes de Fidel, Camilo y el Che, la oficina parece
reventar de libros. Esta vez el interlocutor no es el director de la Oficina
del Programa Martiano, ni el presidente de la Sociedad Cultural José Martí, ni
el entrañable amigo del líder de la Revolución. Tampoco quien fuera titular de
Cultura de 1976 a 1997, o combatiente de la lucha clandestina, o abogado.
Sentado detrás del escritorio está un pedagogo viajando en la máquina del
tiempo, Ministro de Educación desde 1959 hasta 1965: El doctor Armando Hart
Dávalos.
Para él, la profesión del maestro es inigualable: “Ellos
tienen una ventaja sobre nosotros, los intelectuales, pues son capaces de
transmitir un conocimiento a los alumnos de manera didáctica, mediante una
serie de terminologías que el estudiante capta sin dificultad. Y esto pude
aprenderlo de los grandes educadores que me instruyeron cuando comenzaba a dar
mis pasos iniciales por la primera y segunda enseñanzas, y luego por la Universidad.
“Tuve la dicha de ser alumno de los mejores pedagogos de
Cuba, quienes siguieron la tradición de Félix Varela, José de la Luz y
Caballero, Enrique José Varona y José Martí, y se situaron en el corazón de los
sistemas cruciales de nuestra época. Ellos asumieron una identidad nacional con
carácter y valor universal.
“Y hay algo muy importante que vale la pena destacar.
Todos ellos se han mantenido firmes en el país, los que murieron lo hicieron en
su patria y luchando por ella, los que están vivos, siguen defendiendo la causa
de socialismo, no recuerdo una sola excepción. Me enorgullece haber sido
discípulo de esos verdaderos patriotas.
“Dulce María Escalona –primera rectora que tuvo el
Instituto Pedagógico Enrique José Varona (IPEJV)- es uno de los ejemplos más
altos, claros y brillantes de lo que acabo de decir. Ella proyectó su educación
a los más jóvenes. Era portadora de un fundamento martiano y fiel seguidora del
legado de Mella y Villena. Su obra permanece vigente en lo más profundo de mi
corazón.”
Cuando Hart estuvo involucrado en las actividades
clandestinas en Santiago de Cuba, contactó con profesores de la Universidad de
Oriente, algunos de ellos procedían de la República Española, emigrados a Cuba
después de luchar por la liberación social en su país, entre 1936 y 1939.
La promesa de cambiar los cuarteles por escuelas no se
hizo esperar. En el país fueron transformados 69, de ellos 14 en Pinar del Río,
10 en La Habana, seis en Matanzas, 16 en Las Villas, 11 en Camagüey y 12 en
Oriente. Cuando los Comandantes Raúl Castro, en ese entonces Ministro de
Defensa, y Camilo Cienfuegos, Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, le
entregaron simbólicamente el Campamento Militar de Columbia, poniendo en sus
manos una bandera cubana, ya existía la idea de fraguar allí un centro de alta
enseñanza.
“Todo estaba pronosticado. Era el sueño de muchos años
hecho realidad y la ilusión de haber cumplido nuestro juramento. Ahora recuerdo
cuando nos congregábamos en la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana, e
imaginábamos los muros de esas fortalezas convertidos en aulas para nuestros
niños y jóvenes.
“Desde luego, eso también trajo consigo un proceso de
tránsito de las Escuelas Normales de Maestros a los Institutos Pedagógicos,
pues era necesario dar mayor fuerza a la educación y aumentar el nivel de
preparación de los pedagogos.”
En Columbia, los lacayos de Fulgencio Batista erigieron,
en 1958, una imagen del dictador detrás del estrado donde el tirano pronunciaba
sus discursos, justo en el centro del polígono. Con el triunfo revolucionario
Fidel habló desde allí al pueblo de Cuba. Todos estaban seguros que no
pronunciaría palabra alguna en ese sitio y es por ello que la tribuna la
trasladaron hasta uno de los extremos del terreno donde se erguía el asta de la
bandera cubana.
“Fue la inolvidable noche del 8 de enero de 1959.
Recuerdo ahora cuando retumbó en los muros de aquel fortín una frase que quedó
inmortalizada en la historia: «¿Voy bien Camilo?» «Vas bien, Fidel». También es
imposible olvidar cuando una paloma blanca se posó en el hombro y caminó por la
espalda del Comandante. Muchos pensaron que había sido una bendición del
cielo.”
Y en aquel mismo lugar se plantó, a finales de 1959, una
ceiba que aún se conserva, pues como parte del Plan de Repoblación Forestal,
Celia Sánchez propuso sembrar allí ese ejemplar de la flora. Cada niño depositó
su árbol y hoy la Ciudad Escolar Libertad está rodeada por un verdoso bosque.
Cuando el joven dirigente asumió la responsabilidad de
Ministro de Educación, el 31 por ciento de la población era analfabeta y el 41
por ciento no había recibido los beneficios de la escuela pública, más de 800
mil niños de cinco a 15 años había sin colegios y unos dos millones de personas
mayores eran iletradas: “Esa realidad brutal e indignante marcaba la
orientación que debía seguir desde ese momento. La tradición patriótica de las
ideas cubanas inspiraba nuestra política.”
Pero Hart no trabajó solo en el empeño de erradicar el
índice de analfabetismo. Para hacer realidad el sueño de la Generación de
Centenario recurrió a los pedagogos más destacados del país. Así rebeló en una
entrevista publicada en el periódico Granma, el 12 de junio de 2000.
“Hubiera sido irresponsable ponerme a inventar desde aquel
cargo, de modo que lo primero que hice fue contar con la gente con experiencia.
Si algo sabía era de la gran tradición pedagógica cubana y allí estaban,
convocados por la Revolución, personalidades como Dulce María Escalona,
Herminio Almendros, Abel Prieto (padre), José Aguilera Maceiras, Gabriel León
Bidet, Consuelo Porto, Max Figueroa Araújo, Agustina Esteva Lora, Raúl Ferrer,
(…). Ellos y muchos otros más son los protagonistas del impulso inicial de la
magna obra educacional de la Revolución.”
Y en 1967, en el libro Aldabonazo, Hart planteó: “El
encuentro entre el alfabetizador y el analfabeto se produjo bajo la fuerza
espectacular que propició la consigna creada por el maestro Raúl Ferrer:
«Qutata al Cuadrado: que cada analfabeto tenga su alfabetizador, que cada
alfabetizador tenga su analfabeto», la misma prendió en las masas y se
convirtió en una verdadera fuerza material. (…) Fue un hecho humano que llegó a
las fibras más íntimas de millones de cubanos y como tal representó un suceso
ideológico revolucionario de profunda transformación moral (…).
“En aquellos hermosos días y meses se vinieron abajo
siglos de ignorancia y explotación. La alfabetización fue un hecho educacional
y cultural creador de conciencia revolucionaria en las nuevas generaciones,
formó parte del intenso movimiento popular de aspiraciones profundas de
renovación radical que vivía el país en los años iniciales de la Revolución.
“El 22 de diciembre de aquel año histórico de 1961, Fidel
proclamaba en la plaza de la capital de todos los cubanos que habíamos ganado
la batalla contra el analfabetismo (…).
“Así, junto a la imagen de José Martí, nació el
movimiento educacional, cultural y científico, generado por la Revolución Cubana
que durante casi cinco décadas ha estado en su columna vertebral, y resulta la
garantía decisiva de la independencia del país y la carta de presentación de
Cuba ante el mundo.”
“No hicimos la revolución para que las cosas quedasen
como estaban; hicimos la revolución para que fuera posible, entre otras cosas,
resolver el problema vital de la educación en nuestra patria. (…) Hicimos la
revolución para llevar a cabo, en el Ministerio de Educación, esta tarea
fundamental de proporcionar enseñanzas a esos dos millones ochocientos mil
cubanos que no tuvieron (…) escuela. Hicimos revolución para eso”, expresó en
el discurso pronunciado en la sesión de apertura de la información pública
sobre la Reforma de la Enseñanza, el 9 de noviembre de 1959.
-Doctor, ¿se considera alfabetizador?
No es que me considere, sino que lo fui. Todos teníamos
que colaborar, y lo hice junto con Graciela (Chela), mi secretaria. Haber
ayudado a varias personas a escribir su nombre ha sido uno de los grandes
honores de mi vida.
Hart, fiel seguidor del pensamiento apostólico martiano,
fundador del IPEJV, por sus aportes a la educación cubana y por la capacidad
intelectual que ha manifestado en el campo del magisterio, desde su labor en el
Ministerio de Educación hasta nuestros días, recibió el título de Profesor de
Mérito del centro rector de la enseñanza pedagógica en Cuba, el 29 de junio de
1999.
“Fue un instante de inmensa felicidad. Martí dijo que ser
culto es el único modo de ser libre, yo sentí en ese momento que ser honrado es
la única manera de ser feliz. Esa distinción la asumí con modestia, pero
también con orgullo.
“Haciendo un recorrido por los 45 años del Pedagógico
Varona, vale la pena destacar su importante papel, a lo largo de casi cinco
décadas, en la formación de los nuevos maestros. En el magisterio está la clave
para la continuidad de nuestro proceso revolucionario y hoy los pedagogos
tienen la gran responsabilidad de no cambiar el simbólico camino que ha tomado
nuestra gran casa patria.”
En la conferencia magistral ofrecida por el Doctor Hart,
en ocasión de su investidura como Profesor de Mérito del Varona, enunció:
“¿Cómo se puede admitir la grandeza de la Revolución en la educación, la
cultura y la salud pública y cuestionar a la Revolución misma? ¿Cómo es posible
reclamarle derechos humanos a la Revolución más humanista de la historia de
Occidente?
“No es que no hayan existido errores. Basta recordar la
insistencia de nuestro Comandante en Jefe (…) sobre la necesidad de fortalecer
la enseñanza de la historia. Sé que se ha venido trabajando en ello. Sé también
que ahora, con el impulso de estos planteamientos de Fidel, nuestro Ministerio
de Educación viene elaborando nuevos planes. Los lunares existen, pero
recordemos a Martí: El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que
de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.
“Los revolucionarios somos agradecidos, y con la inmensa
luz de la Revolución superaremos las manchas y se alcanzarán soles más
brillantes en el siglo XXI.”
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